Quien disfrute dedicando su tiempo a la cocina, no debería dejar pasar la oportunidad de ver la película Ratatouille de la factoría Pixar. Esta película es, sobre todo, una historia de amor: la de una rata por el arte de la gastronomía. Y como todas las historias de amor, al principio hay un gran desencuentro, porque la rata Remy adora estar en una cocina, pero claro, para una cocina no hay nada peor que una rata. Poco a poco la rata Remy, gracias a su entusiasmo y a su pasión culinaria, se ganará su derecho a cocinar. Para mí la escena culminante de la película es cuando Anton Ego, el crítico gastronómico más famoso y severo de París, ante el creciente prestigio de este particular "mini chef", reclama un plato capaz de sorprenderle. La respuesta de Remy es preparar una receta típica de la cocina popular francesa: el ratatouille.
(De momento la escena está en italiano, pero prometo encontrarla en español.)
Los productores de Pixar contaron con un asesor gastronómico de prestigio: el cocinero Thomas Keller, un chef estadounidense conocido mundialmente por su interpretación y difusión de la cocina francesa en su restaurante The French Laundry. Al parecer fue Keller quien sugirió incluir el ratatouille y cuenta que se inspiró en una receta de origen turco —imam bayaldi—, compuesta básicamente de berenjena y salsa de tomate. Sin embargo, después de ver la película y de que mi amiga Raquel me diese a probar una receta que había aprendido en Francia, creo que el plato que Remy prepara para devolver al crítico a los tiempos de su infancia se parece más a un tian provenzal. Una propuesta sencilla y muy sabrosa que se convierte en un bocado excelente siempre que la materia prima sea buena, como en general sucede con la comida casera. Veamos cómo se hace.
Ingredientes:
250 ml salsa de tomate
2 dientes de ajo (muy picaditos)
1 berenjena (que tenga el menor diámetro posible)
1 calabacín (que tenga aproximadamente el mismo diámetro que la berenjena)
1-2 tomates (que tengan aproximadamente el mismo diámetro que la berenjena)
aceite de oliva
tomillo fresco
sal
pimienta negra recién molida
Elaboración:
Precalentamos el horno a 190ºC.
Cubrimos la base de un molde ovalado para el horno con una buena cantidad de salsa de tomate. Añadimos el ajo picado muy fino, una cucharada de aceite de oliva, sal y pimienta. Con una cuchara movemos todos los ingredientes, de forma que quede una base homogénea.
Lavamos las hortalizas y las secamos. En el caso de la berenjena y del calabacín, retiramos los extremos. Con una mandolina (o con un cuchillo bien afilado) cortamos las hortalizas de forma que obtengamos finas láminas de berenjena, calabacín y tomate que tengan el mismo grosor.
Sobre la salsa de tomate vamos disponiendo estas láminas de hortaliza de forma concéntrica, partiendo desde un lateral exterior del molde hacia el interior, solapando la superficie de cada lámina con la siguiente y alternando las verduras (es posible que al final sobren láminas).
Rociamos el conjunto con un chorrito de aceite de oliva sobre y sazonamos generosamente con sal y pimienta. Añadimos un poco de tomillo fresco (sólo las hojas).
Cubrimos el molde con un trozo de papel de hornear que previamente habremos recortado para que encaje bien sobre la superficie.
Horneamos de 45 a 55 minutos, hasta que las hortalizas estén blanditas y la salsa de tomate burbujee a su alrededor.
Sugerencias: Podemos añadir otro tipo de verduras como patatas, pimientos rojos o incluso calabaza.